martes, 22 de noviembre de 2016

El extraño caso de los huevos verdes


Cogió un trapo y frotaba el huevo con ansias, no pasaba
nada; humedeció el trapo en agua y siguió frotando enérgicamente aquel huevo. Aquel huevo verde que Marciano le había enseñado. Pero él no se creía que pudiese existir un huevo de color verde, los huevos eran blancos o marrones de toda la vida, pero nada de verde. Eso era una tomadura de
 pelo que Marciano quería hacerle para reírse de él.
A él no se la iban a dar, así que a partir de ahora le tocaba averiguar de qué modo Marciano había convertido aquel huevo de color verde. Toda la noche se la había pasado pensando en cómo averiguar el motivo. Había llegado a la conclusión de que Marciano había pintado el huevo con algún tipo de pintura indeleble que era imposible borrar a no ser que usase alguna sustancia especial. Por la mañana, al levantarse, ya lo había decidido: recorrería todo el corral de Marciano buscando algún lugar donde estuviese escondida la dichosa pintura. Lo haría disimuladamente para que Marciano no sospechase de sus investigaciones.
Estuvo varios días escudriñando todo los recovecos del corral, pero no hubo forma, no se encontraba pintura por ningún sitio.
Descartado el tema de la pintura y con el asesoramiento de su amigo Julián, cuyo padre tenía muchas gallinas y era un especialista del tema y quien le había informado de que algunos ornitólogos ponen unas especies de sustancias en la comida de los canarios para que estos tomen en sus plumas tonalidades rojas, blancas o de otros colores.
Se sentía muy alegre después de esta información. Era eso, no tenía duda, pero ahora le tocaba averiguar qué comida le daba Marciano a sus gallinas. Así que todos los días acompañaba a Marciano a darle de comer a sus animales. No había forma, Marciano no daba a sus gallinas ningún producto fuera de los conocidos: trigo, maíz, lechuga, restos de pan…
Después de tantos días buscando la pintura, otros tantos buscando la sustancia, se dio por vencido ya que él veía un día tras otros cómo las gallinas seguían poniendo los huevos verdes, e incluso había llegado él mismo a recoger un huevo recién puesto por una gallina.
Un día de estos, ya se había dado por vencido, observó algo que se le había pasado, inexplicablemente, por alto. Las gallinas que ponían los huevos verdes eran diferentes a las otras que ponían los huevos blancos. Eran más pequeñas y lo más llamativo era que no tenían cola.
Explicado el descubrimiento a su amigo Julián llegaron a una conclusión. Si de verdad hay gallinas que ponen los huevos verdes en Internet tenía que venir la explicación. Aquí vienen las explicaciones de todo —le decía Julián.
Así lo hicieron y se llenaron de felicidad al comprobar que efectivamente hay gallinas que ponen los huevos verdes: las gallinas araucanas.
Se informó que llamaban los araucanos principalmente a los mapuches que habitaban entre los ríos Itata y Toltén, quienes eran reconocidos por ser aguerridos guerreros y que tuvieron una guerra contra los conquistadores españoles que duró más de tres siglos.
Sobre los huevos esto leyeron en Internet: conclusión, los huevos verdes y azulados son producidos por gallinas que expresan una proteína transportadora de biliverdina en el útero gracias a la presencia de un interruptor genético proveniente de un virus.
Existen al menos tres razas de gallinas que ponen huevos verdes y azulados: la Araucana de Chile y los Dongxiang y Lushi de China. Esta coloración se debe a un pigmento llamado biliverdina.
¡Por fin! — exclamó Filomeno— ya me he quitado este dichoso pesar que me había creado Marciano. Lo bueno es que hoy sé algo más que ayer, ja, ja, ja.






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